Amancio Prada y María del Mar Bonet «Por amar el arte» en el teatro Campos Elíseos

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Ver en directo a alguien que te gusta es una gozada, pero si además el momento y la compañía son idóneos es un lujo. Pues bien, el pasado jueves acudí a ver el estreno de Por amar el arte, la serie de conciertos al alimón de Amancio Prada y María del Mar Bonet y no se conjugó ni el momento (entre semana y después de un día largo) ni la compañía (fui solo), pero lo que presencié no se puede explicar en un solo post. Voy a intentarlo, pero no prometo nada.

El que inauguró el recital fue el leonés acompañado únicamente con una guitarra, aunque esta podía haberse olvidado perfectamente, ya que el timbre y tono de Amancio Prada no necesita de adornos, por sencillos que estos sean. Textos de Agustín García Calvo, de Miguel Hernández, de su querida Rosalía de Castro o de Chicho Sánchez Ferlosio entre otros, con unas explicaciones encandiladas y evocadoras entre canción y canción. Una personalidad de la que no puedes si no enamorarte. Prácticamente una hora de recital que supo a poco. Pero el recital seguía.

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Llamó a escena a la mallorquina María del Mar Bonet para cantar a capella un texto en gallego de Rosalía de Castro antes de abandonar de momento el escenario. Y ella estrenó su recital con un tema en euskera. Acompañada por un pianista y con su guitarra, María del Mar Bonet desgranó en otra hora su repertorio de amor insular y poesía con una voz que tampoco necesitaba de ornamento alguno. Y todo el teatro en silencio, absorto ante lo presenciado. Aplaudiendo a rabiar desde una platea llena.

Y llegó la tercera parte que fue cuando volvieron a juntarse sobre el escenario y comenzó el diálogo entre dos viejos amigos que entre charla y risas recordaban canciones, a menudo populares y folklóricas en todo tipo de idiomas. Un abrazo cultural sin prejuicios ni barreras, con piano, acordeón, zanfoña y muy buen rollo.

En definitiva, un recital de algo más de dos horas y media en la que no se me borró una sonrisa cómplice en ningún momento. Una gozada, un lujazo, y uno de esos conciertos que recordaré como algo bonito y grande que presencié.

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