Y llegó el dÃa más esperado del festival, un dÃa cuyas entradas llevaban dos meses agotadas y cuya reventa se rumoreaba que habÃa llegado a costar 400 euros. No sé si será exageración pero lo indudable es que la expectación por ver, primero por separado y luego juntos, a Chick Corea y a Paco de LucÃa era cuando menos ansiosa y la enorme cola daba la vuelta a todo Mendizorroza, a pesar de que la lluvia tampoco quiso perderse la velada.
Un extremadamente delgado Chick Corea, que ha pasado de orondo pianista con coleta y camisas hawaiianas a figura esquelética con chaqueta vaquera y camiseta fue el encargado de abrir la velada ante un entregadÃsimo y respetuoso público que abarrotó el polideportivo. Con su nueva banda, llamada igual que su nuevo disco, The Vigil, salió sonriente, silbando y presentando a sus chicos; Tim Garland al saxo, clarinete y todo lo soplable, Christian McBride al bajo, Marcus Gilmore a la baterÃa, Charles Altura a la guitarra y Luisito Quintero a las percusiones.
Empezó potente y latino con Hot house, de su disco del año pasado con Gary Burton, un perfecto comienzo de fiesta, para seguir desgranando 3 temas de los 7 de su nuevo trabajo. Temas largos, con guiños a España (por momentos creÃas que Tim Garland era Jorge Pardo) y un mundo sonoro de una riqueza como solo la puede tener el pianista, adicto a cambiar de rumbo y de combo varias veces por año. Una afición que ha hecho posible que en su discografÃa haya más de 100 referencias como lÃder.
Divertido y divirtiéndose dirigÃa desde su piano de cola, que abandonaba en ocasiones para sentarse frente al Rhodes. HacÃa gestos a la banda para decirles que entrasen, que le dejasen solo con tal o cual músico… Un placer ver la capacidad de dirección y de improvisación del maestro. Un concierto breve, no llegó a la hora y media, pero intenso, algo que no importó ya que se sabÃa que la noche tendrÃa tres partes bien diferenciadas. Además el concierto habÃa sido sublime.
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