Angel Garó en esencia, 25 años de tablas

Cartel del espectáculo En esencia

Hoy prácticamente todo está difícil; conseguir trabajo, conseguir un crédito y, entre otras cosas, gracias a ese dichoso 21% de subida, es difícil llenar un auditorio o un teatro. Y eso es terrible porque un país culto que se ve obligado a renunciar a la cultura es, en buena medida, un país sometido. Sometido al poder de la ignorancia y del libre mercado. Pero no me quiero enredar en temas que no atañen (demasiado) a lo que quiero hablar.

Ángel Garó, ese actor (no le gusta que le llamen humorista) que en su etapa del Un, dos, tres hacía que 17 millones de personas se desternillaran, no llenó en la sala A3 (quizás la más pequeña) del Euskalduna. Las entradas rondaban los 24 euros y no dejaba de ser un monólogo. También es posible que a pesar de retomar sus personajes más famosos, el público prefiriese otras comedias para pasar las tardes de la Aste Nagusia. O que el humor haya cambiado y que ya no interese lo de hace veintipico años. A saber.

Una puesta en escena sencillita; un sofá, dos sillas y una mesita, y un Ángel Garó entregadísimo, para hacernos reír durante las dos horas, largas, que duró el show. Yo siempre he pensado que salir solo a escena requiere de una autoestima por las nubes y efectivamente Garó está encantado de haberse conocido, pero divismos aparte (algo que no deja de ser una apreciación mía y que para nada enturbió el espectáculo) hay que reconocer que es un artista como la copa de un pino, y así lo demostró recitando poemas, imitando, haciendo voces, bailando, incluso cantando. Una estrella completa.

Retomó a Pepe Itárburi, Juan de la Cosa, Chikito Nakatone, Maruja Jarrón, a Maruchi (momento en que salió también su hermana Olga) y nos presentó a Gracielo, otra creación suya en tres sketches. Supuestamente la obra hablaría de su carrera, y en principio lo parecía con explicaciones de su infancia, juventud, pero de pronto el hilo conductor se desvaneció y acabó siendo una consecución de sketches, Algunos más graciosos que otros, para acabar con un pasodoble anticlimax y tristón dedicado a su bisabuela que nos congeló la sonrisa (¿Por qué Ángel?). Un buen sabor de boca, aún reconociendo varios puntos irregulares para un resumen digno sobre estos 25 años sobre las tablas de uno de los actores y, perdón, humoristas, más originales surgidos en la década de los 90. Eso sí, muy recomendable si quieres reirte un par de horas y olvidar que últimamente todo prácticamente está difícil.


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