
Una de las primeras citas con ella consistió en acompañarle a una tienda de discos. Además de pasar un rato revisando CD’s, ella acabó comprando el ‘Lost Souls’ de Doves y ‘The Sophtware Slump’ de Grandaddy. Y luego un paseo. Todo muy cariñoso pero sin besos, ni caricias. Ese era el acuerdo.
Yo le conocÃa de bares comunes y de coincidir en clase. SabÃa que le gustaban Los Planetas, Oasis y bandas del palo. Y pasó. HabÃa feeling, se notaba. Después, llegó el acuerdo. Nada por el momento. HabÃa que aprender, como decÃa la canción, lo que duele un verano.
Y éste, el verano, fue pasando y, por tanto, el acuerdo tenÃa que llegar a su fin, para bien o para mal. HabÃa que tomar una decisión.
Pocos dÃas antes de dilucidar un camino, una nueva cita. Le llevo dos discos de una banda de Valencia que creÃa le iban a gustar. Yo les habÃa descubierto en un bar al que ella no iba y me habÃa comprado sus dos primeros discos: ‘La Habitación Roja’ y ‘Largometraje’.
– “Toma. Escúchalos. Ya me dirás qué te parecenâ€.
Y hasta ahÃ. Ya saben. El acuerdo.
Y se acabó. DecidÃ. Nunca supe lo que le parecieron. No volvà a recuperar los dos primeros discos de La Habitación Roja. No tuve el valor, obviamente, de pedÃrselos. Me los tuve que volver a comprar.
Deja una respuesta