Carcajada salvaje (Pentación espectáculos)

Una mujer sale a escena, Charo López, con un bolso en la mano, está nerviosa y empieza a hablar de lo que le ha ocurrido esa misma mañana en un supermercado. Ha tenido un altercado con un señor en la zona de las latas de conservas, luego en la calle con un taxista, con un músico callejero, con… Es consciente que quizás el problema es ella; nunca fue una hija deseada, y su deseo era no haber nacido, aunque el suicidio no lo contempla, al menos de manera seria. Es una persona que tiene demasiado presente todas las posibilidades de cada acto o decisión, lo que la atenaza y tortura. A los 45 minutos sale de escena.

Un señor sale a escena, Javier Gurruchaga, es un neurótico de manual. Acaba de hacer una especie de curso de pensamiento positivo, basado en gestos y afirmaciones repetidas como una letanía, algo inútil para una persona que es incapaz de ver la belleza y la parte positiva de las cosas. Se levanta de la silla, recorre el foro y vuelve a sentarse, tiene varios tics faciales y no para de hablar y hablar. Esa misma mañana ha tenido un altercado con una señora en un supermercado. Repite los gestos y las afirmaciones pero todo acaban siendo negaciones. A los 45 minutos sale de escena.

Finalmente se encuentran ante el público, se representan todas las posibilidades de ese encuentro en el supermercado. ¿Es inevitable el conflicto? Seguramente sí, solo hay que empatizar y respirar.

Original de Christopher Durang, la historia, de escenografía austera, una silla y una mesa, está contada en tres partes bien diferenciadas habla de muchas cosas, pero sobretodo del miedo, de la soledad y sus desórdenes. Una obra disfrazada de psicodrama, de doble terapia, muy bien interpretada (sobretodo Javier Gurruchaga) donde se nos invita a soltar una carcajada en medio de la más terrible aflicción, como dijera Samuel Beckett.