Los ánimos están reposados, ya son varios los bolos y parece que la gira marcha. La prensa maliciosa, esa que no habla de música, sino de entresijos y luchas de egos, han estado echando más leña a la batalla Hodgson-Supertramp, pero parece que la gente solo quiere oir las canciones que tantas veces han escuchado. Detrás del escenario, los chicos de la banda esperan, nerviosos, como si debutaran, en una esquina, sentado en una silla plegable, junto a una mesita de formica de playa, Rick Davies empieza a escribir en un cuaderno:
«17 de septiembre, hoy toca Barakaldo, se han puesto pesados con el nombrecito, ya que me he referido un par de veces a Bilbao. Qué más da, si yo no voy a hablar esta noche. Pienso tocar y cantar, que es lo que mejor se me da. Ya sabe perfectamente quién tiene que ser el maestro de ceremonias. Estoy un poco intranquilo, desde aquà no se ve mucha gente en la pista, y eso que era la entrada más barata, la cara, en este caso incomprensiblemente la de butaca, parece bastante llena. A ver qué tal se da la noche. Nos llaman, luego sigo».
Dos horas y veinte después…
«Puedo anotar otro triunfo. El público, de mediana edad, se sabÃa casi todas y estaban bastante animados. Tras el pequeño susto del comienzo (no sonaba el primer tema como me hubiese gustado), todo ha ido sobre ruedas. A la gente le ha sorprendido que yo estuviese en una esquina, que no presidiese el escenario, grandecito, pero adecuado para nosotros. Tambien se han mostrado sorprendidos porque ejecutasemos Breakfast in America tan pronto, algunos parecÃan extrañados de que nos hubiesemos atrevido con las de Roger, en fÃn, quieren oir a Supertramp ¿no?
«Han celebrado los escasos, pero eficaces usos de la pantalla, dibujando imágenes de nuestras letras y texturas musicales. Los nueve hemos sonado perfectamente, tan compenetrados como estamos de tanta experiencia. Los chicos han cantado bien las de Hogdson, que he respetado (lástima Roger, ¿cuando podremos hablar?) Finalmente el triple bis (Dreamer, School, Crime of the century) ha sido la hecatombe que todos esperaban, con el orgiástico crimen del siglo apoyado por unas imágenes que parecen filmadas por Kubrick. Muy bien, muy contentos. Los chicos brindan con champán, ahora me reúno con ellos. Además hemos vendido un montón de pen-drives».
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