Queridos amigos y amigas de la Furgoneta Azul, hoy no voy a dar una noticia, si no que voy a poner en tela de juicio esa mercadotecnia o mejor supermercadotecnia de las actuaciones en vivo que son los festivales.
Al principio, estos eventos empezaron como una feliz invitación a la reunión musical de artistas y público durante varios dÃas consecutivos con conciertos, atracciones, espectáculos audiovisuales, etc…
Pero de unos años para acá, el tema se ha desfasado: guerras entre distintos festivales, malas condiciones de las instalaciones, fallos organizativos, intereses polÃticos y discográfico-musicales, han hecho de este feliz invento un pequeño calvario tanto para los intérpretes como para los que se embarcan en el viaje festivalero.
Precios aparte, que en algunos casos han subido de manera exagerada auspiciados más por el renombre del festival en cuestión que por el cartel ofrecido, los festivales se han convertido en supermercados de la música en vivo.
Quién no se ha encontrado en la disyuntiva de encontrarse en la obligación de elegir a qué superestrella ver porque coinciden en horario en un mismo festival, viendo como para su desgracia el concierto dura mucho menos de lo esperado, se escucha de pena o los miembros del grupo están desmotivados o bajo unos severos efectos psicotrópicos (muchas veces esta desgana por parte de los combos es debida al poco tiempo disponible para la interpretación, al menospreciante tratamiento si no son uno de los reyes de la noche, a la poca preparación de su sonido para la actuación, en la que incluso, en ocasiones, no pueden disponer de su propio equipo o a cualquier otro problema que no suele salir del backstage)
Porque, seamos sinceros, el verdadero asunto de los festivales musicales es éso, ver conciertos, y, a veces, resulta imposible; muchos factores se ponen en nuestra contra: el pésimo estado de las instalaciones de acampada, el asalto a mano armada que supone refrescarse en uno de estos eventos (teniendo normalmente sólo para elegir la carta de refrigerios patrocinantes, porque no nos dejan introducir bebida, medida que no entiendo como sigue siendo aceptada cuando dentro me puedo poner hasta las trancas de alcohol u otras substancias), el solapamiento de artistas, cuando serÃa mejor menos, de más calidad y con un horario en que pudieras tragarte todos hasta reventar, la saturación de gente que permiten los organizadores que, obviando la comodidad de los posibles asistentes, se decantan por la mega-venta de abonos, las colas para todo, el asaltamiento y destrucción de pueblos adyacentes,etc…
Asà que yo, aquÃ, en este momento, quiero romper una lanza a favor de los conciertos tradicionales que más baratos (normalmente) que un festival, te permite disfrutar más y mejor de tu artista y a tu artista. Cómo se va a comparar una campa plagada de gente hasta la bandera, después de un dÃa de perros, vestido como un guiri y quemado de dormir en una colchoneta, a la calidad acústica de una sala, con su barra plagada de manjares dispuestos a ser servidos en relucientes vasos de cristal (ya sé ,a veces no es asÃ, muerte al botellón!!!) y la gente vestida con sus mejores galas y sin tener que oler a fritanga o sudor de tienda de campaña.
En resumen, os invito, musiqueros, a que os posicionéis, a que deis vuestra opinión como yo he hecho y en los comentarios a este documento pongáis vuestros argumentos a favor o en contra de los festivales, que hay mucho, tanto para bien como para mal.
PD: Vivan los festivales, los conciertos, los grupos, la música y todo lo que la rodea para hacerla más grande y accesible. Rebaja de los precios de los discos YAAAAAAAAAA!!!!!!!
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