Diego Vasallo en el Colegio de Abogados de Bilbao. Prometedores naufragios

Concierto de Diego Vasallo

El lugar, pequeño y extraño para un concierto, el salón de actos del colegio de abogados. Una tarde entre semana, en vísperas del enésimo gran evento futbolístico de la temporada. Calor en la calle. Poco a poco la gente, no mucha, se va agolpando en las puertas, ansiando que muevan los caballetes que hacen de incierta, pero eficaz barrera, y poder pasar y ocupar los sitios. Gente de todo tipo, edad y condición. Concierto gratis.

Salen los cuatro, Diego Vasallo y su pequeña banda, Contacto en Francia. Una banda ajustadísima, pero suficiente para defender en directo los textos del donostiarra. Tres tipos que tocan guitarras, contrabajo, batería, glockenspiel, ukelele… una buena colección de instrumentos que arropan con ritmos nocturnos la voz, un tanto forzada de Diego. Y es que o te encanta o le odias. Yo, desde hace años, soy de los primeros, pero no dejo de ver el riesgo de su propuesta, lejos de manierismos pop, se decanta por textos larguísimos, sin estribillos, muy literarios y netamente nostálgicos. Se podría decir que son poemas medio cantados medio recitados. Se ve la influencia de los songwriters más malditos, de los poetas más trágicos. Bebe de las fuentes más literarias y se deja mecer por las olas más indolentes.

Letras sobre colillas y whiskies baratos, sobre playas al anochecer, sobre bares de aeropuertos, soledades nunca encontradas, quizás evitadas, dolores y abismos cotidianos, naufragios en tierra. Supongo que habrá quién vea una cierta pose, un interés por desligarse del traje que empezaba a ser un lastre, yo en cambio veo honestidad y un gusto por la melodía y el texto, por las texturas musicales, por crear sensaciones.

El concierto rondó la hora y media (empieza a ser la moda) en la que desgranó los temas de su último disco Canciones en ruina, a los que se iban mezclando alguna canción de sus discos en solitario (Así, Collar de lunas, Gardel, La vida mata, La tarde, Donde cruza la frontera…). Repasó versiones de The Smiths, Ortega Monasterio y Enrique Urquijo y todos salimos encantados de la vida, a pesar de los abismos. Encantados de dejarnos llevar por sus prometedores naufragios.

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