Dyango en el teatro Campos Eliseos de Bilbao

Hay artistas, ya sean actores, humoristas, cantantes, etcétera que, sin ser de tu estilo les tienes cierto respeto, incluso cariño porque te han acompañado a lo largo de tu vida. Creo que la primera vez que escuché a Dyango yo tendría unos 5 años y es que mi madre es fan de él desde entonces, más o menos, que es cuando por su cumpleaños le regalamos un cassette doble recopilatorio que se llamaba A corazón abierto.

Pues bien, a lo largo de casi 30 años las canciones de Dyango las he escuchado con ese cariño nostálgico de aquellos 5 años por eso cuando vi que venía a Bilbao, precisamente con una gira llamada Nostalgias, decidí invitar a mi madre e ir juntos a verle cantar en directo. Era lo mínimo que podíamos hacer.

Y la sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que la voz de Dyango no había mermado lo más mínimo, era como la recordaba en los discos, que conocía casi todo el repertorio (dos horas) y que me gustaba. Además ¿Hay algo mejor que ver a tu madre disfrutar como una enana en el concierto de su ídolo? Aplaudimos, cantamos y comentamos el chorro de voz que tiene y la pedazo de banda que llevaba.

Boleros, tangos y mucha simpatía en un concierto que, lamentablemente, no agotó las entradas. Divertido, teatral, trágico, humano, Dyango se reveló como una suerte de Jacques Brel catalán que nos regaló canciones como Alma, corazón y vida, Amor de tango, Naranjo en flor o Venecia sin ti entre otras. Un recital más que disfrutable, entrañable y muy vivido. Esperemos que vuelva, a pesar de que nos dijo que posiblemente sería su última vez en Bilbao (achacó lo mal que iba el negocio y sus 72 años que pesan). Y si rompe su palabra, por supuesto volveremos mi madre y yo.


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