A partir de ahora guardaré el 31 de mayo como efeméride especial; la que fijó a fuego dentro de mà que las palabras experimento, improvisación y conceptual son peligrosas si se incluyen en la misma frase. Los que me conocen saben que no soy una persona cerril en cuanto a gustos musicales, siquiera todo lo contrario, llegando en ocasiones a una dispersión digna del mayor esquizofrénico. Pero bueno, eso es otro cantar de gesta y ahora toca hablar de modernidad, ay esa palabreja…
El pasado 31 de mayo asistà a la macrofiesta de Gora Japon, ese duo bilbaÃno de extrema experimentación (guiones bajos para colocar la etiqueta que se quiera, eso sÃ, no olvidar incluir la palabra jazz, que da a todo otro toque, y permite hacer lo que se quiera), pero ésta vez no venÃan solos, ya que habÃan invitado a 8 artistas de distintas disciplinas para que, cada uno, buscase una efeméride del 31 de mayo y lo expresase (en principio era el 29, pero otra concentración masiva, y más necesaria, echó por tierra tanto arte). No voy a entrar a valorar ni juzgar por qué una banda de nuevo cuño, alternativa, puede montar, en calidad de anfitrión, una macrofiesta en una sala de la cotizadÃsima Alhóndiga, solo voy a intentar explicar lo que allà sucedió.
El caso es que la idea era que cada uno montase su historieta y que en directo, y sin ensayar, lo ejecutasen junto a nuestros héroes. Y asà quedó. Todo tipo de errores (de sonido, iluminación, proyección…) se mezclaban con las «acciones» de cada uno de los invitados, a saber, micros con efecto de eco con susurros, ruiditos, corchos de embalaje rompiéndose, proyecciones absurdas, guitarras y baterias tocadas con la intención de molestar, gritos, ruido, dubs de noticias…. todo tan moderno que, al menos a mÃ, me acabó dando para atrás. No escuché música, a excepción del tema de Anari,  no và un producto audiovisual medianamente bueno (el corto de El monstruito me pareció naïf y ridÃculo), la versión trance del Carmina Burana de Tea Party hubiese tenido su aquel si no se hubiese alargado tanto, y en medio de todo eso unos desorientados Gora Japon que, creo, no disfrutaron ni un segundo. Vamos, que mola para el curriculum, pero que parecÃa que deseaban que acabase. El público aplaudÃa sin mucho énfasis. Y de pronto nos obligan a levantarnos, a dirigirnos al escenario y, justo cuando pensé que serÃamos parte de otra performance, vemos, atónitos y un tanto decepcionados, yo al menos, como tanta alharaca es para ver cómo leen a la vez una serie de frases sacadas de posters que van cambiando de lugar. Una vez en nuestros sitios presenciamos el catártico final, made in Idoia Zabaleta, que consistÃa en moverse de modo espasmódico con todo tipo de ruido y gritos. Y se acabó.
Tengo que reconocer que me alegro de haber ido, creo que el espectáculo contiene al menos un punto positivo, te hacÃa pensar «a ver con qué nos vienen ahora» y eso hizo que no fuese aburrido, pero por otro lado tengo que decir que hora y media de «libertad creativa» se me acabó atragantando. Me alegro que exista gente como Idoia, como Gora Japon etc, pero no acabo de conectar con una propuesta que me deja frÃo. Eso sÃ, si mañana veo anunciado otro espectáculo de Gora Japon, seguramente, acabe yendo, y es que la esquizofrenia es asÃ…
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