Inauguramos esta sección con uno de los gurúpos de pop indie más importante que ha dado Graná, y es que parece que hay que ser de por allà para hacer el «indie» y ser reconocido. Un grupo intoxicado por las melodÃas ruidistas y etéreas de los primeros Flaming Lips, Spacemen 3 o Mercury Rev entre otros, y creado a principios de los 90 con ese ep que ya apuntaba maneras llamado «Medusa» donde J ya daba muestras de llevarse muy bien con su hermana.
Pero no me voy a extender con una biografÃa que ya sabéis de sobra casi todos vosotros, solamente me voy a parar en tres discos, tres paradas necesarias en una obra intensa, interesante, pionera y, en ocasiones, manierista. Pero vamos por partes:
EL BUENO: Cuando me preguntan cuales son mis discos favoritos (sÃ, tengo ese tipo de conversaciones de vez en cuando) no sé que contestar, pero siempre me vienen a la cabeza dos discos que yo considero perfectos, discos a los que no les falta ni sobra una coma. Uno es «So» de Peter Gabriel, y el otro es «Una semana en el motor de un autobús» de Los Planetas. Un disco, éste último, que sintetiza de manera perfecta sus primeros años, las melodÃas son inmejorables (Segundo premio, La copa de Europa), sus letras golpean porque parecen sacadas de nuestra vida, cada canción es como un pelÃcula en la que nos gustarÃa salir (bueno quizás en Toxicosmos no). Un disco para la primavera, el verano, el invierno, pero sobretodo para el otoño, porque a cada verso cantado con desgana por J (con la voz en su mejor/peor momento) caen tantas cosas…
EL FEO: Recuerdo cuando salió, por aquella época todos nosotros sabÃamos las fechas de lanzamiento y nos lanzábamos a las tiendas con la intención de ser los primeros, que nadie se nos adelantase, estábamos viviendo en unos dÃas «emplanetados», Ãbamos a todos sus directos, en la lonja sonaban constantemente (junto a Extremoduro), asà que resultó un tanto extraño cuando compramos, quitamos el plástico y escuchamos por primera vez «Encuentros con entidades». Un disco irregular, no malo (para eso ya estarÃan los siguientes), pero a medio camino, la primera decepción, esa novia (o novio) que de pronto te dice que no, que lo ha pensado mejor. De pronto Los planetas no eran perfectos, el dolor fue intenso y demoledor y lo curioso es que no era tan malo el disco, solo irregular, feo. Pero no acabábamos de reconocerlo, eso sÃ, por las noches, antes de acostarnos, nos sorprendÃa una tÃmida lágrima rodando por unas mejillas en las que aún no habÃa rastro de barba.
EL RARO: Desde aquà rompo una lanza contra el consumo de cualquier tipo de drogas (incluÃdas las permitidas). Creo que lo más estúpido que hacemos y decÃmos es después de haber consumido algo (_________________, que cada uno rellene con su producto preferido), y afortunadamente nunca he sido consumidor de nada que no se vendiese en un bar o estanco, quizás por eso visitar las grow-shops de mi pueblo, una tras otra buscando el numero 100 de la revista Cáñamo me resultaba un tanto inquietante (luego supe que también se vendÃa en los kioskos). Mi nuevo interés literario no era otro que el regalo que incluia dicha publicación: ¡un cd inédito de los granaÃnos! Un disco de 40 minutos, larguÃsimos y tremendamente narcóticos con el genial tÃtulo de «Los planetas se disuelven«, estupendo juego de palabras que nos mostraban a unos chicos, ya creciditos, que cuidaban las presentaciones de sus obras, asà como los textos (aunque luego no se entiendan, o como en este caso no existan), en definitiva unos chicos listos que jugaban a «que se les iba la olla», aunque estaban muy centrados. Un canto de cisne en su obra (antes de su salto mortal hacia los abismos del flamenco). Luego nada fue lo mismo, y es que no tenÃa por qué serlo.
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