La zona sucia se llama en F1 al lugar donde los coches dejan su rastro de goma, una suerte de debilidad del conductor, o del coche, o de ambos, un tramo donde la carrera parece que se pudiera desvirtuar. Saliendo de la pista, la zona sucia podrÃa ser esos momentos en los que dejamos rastros de piel, esas vivencias que nos cuestan caras, esos puntos de inflexión donde ya no hay marcha atrás. Supongo que en éstas y otras cosas andaba pensando el asturiano Nacho Vegas cuando bautizó a su nuevo trabajo, ya que un disco es una especie de zona sucia donde deja rastro de su vida en forma de frenazo-canciones.
Su estreno en el sello Marxophone resulta un nuevo, pero controlado, salto sin red. Después del desastroso «Manifiesto desastre» (para el que escribe ésto su peor disco) nos presenta 10 nuevas canciones (alguna ya andaba tiempo presentando en directo, como «La gran broma final») con su banda habitual; Abraham Boba en las teclas, Manu Molina a las percusiones, Xel Pereda a las guitarras y Luis Rodriguez al bajo. El disco se ha publicado bajo una licencia libre Creative Commons. eso quiere decir que está permitida la copia, distribución y reproducción del disco siempre que no sea con ánimo de lucro, un acto más revolucionario de lo que pueda parecer a simple vista, sin necesidad de plagar las letras de canciones con panfletos «de izquierdas» Nacho Vegas, Fernando Alfaro y el resto de Marxophone se acaban de erigir como la extrema izquierda del panorama musical en nuestro paÃs, sea el que sea.
El disco empieza con un lamento que hubiese hecho las delicias de Jacques Brel y es que «Cuando te canses de mû tiene mucho de «Ne me quitte pas«, apenas guitarra y voz preguntándose «Â¿cómo voy a vivir cuando te canses de mÃ?» empezar asà un disco es toda una declaración de principios. Le sigue la enorme y crepuscular «La gran broma final» que acaba de presentar con video-collage (el otro dÃa kansei lo colgó aquà mismo) a base de escenas de pelÃculas, desde Bergman a Suwa, pasando por Buñuel, Wenders, Godard o Eustache entre otros. la frase de esta canción es «ya no te molestes, ya no hay nada que arreglar«. Y después de la gran broma final es inevitable que surjan «Incendios«, donde puede oirse «y dime amor si estás ardiendo y si es que puedo aliviarte yo«. Le sigue «Reloj sin manecillas«, tÃpico tema Vegasiano, donde la melodÃa pasa del drama a la esperanza con frases como «tengo miedo ¿para qué mentir?«. «Taberneros» es una adaptación de un tema tradicional asturiano, el más largo del disco de casi 7 minutos. El coro de tristes borrachos lloran «ya se fue mi amor, lo sentà marchar…«. El siguiente tema es «Perplejidad«, temazo y es que cuando una canción empieza con la frase «Â¿dónde estabas tú cuando perdimos la guerra?» solo puede ir en sentido ascendente, y la sorpresa y perplejidad del que escucha el tema viene en el estribillo cuando en vez de borrachos el coro es de niños. Otro tema de perdedores que no se dan por vencidos. Le sigue «La comedia humana» tema de transición con un momento feliz «y avanzamos en la niebla persiguiendo un nuevo honor«. «Lo que comen las brujas» es una contra-nana con alusión a Arthur Rimbaud y con un aire a Alfaro que le viene muy bien, «si pretendes vivir en paz contigo en el cielo, antes tendrás que pasar una temporada en el infierno«. «Cosas que no hay que contar» es otra canción inventario donde Nacho intenta recomponer sus 400 golpes personales, «hay mil maneras de contar la misma historia y solo un puñado de ellas se aproximará algo a la verdad«. Y el disco acaba con «El mercado de sonora» que es quizás el tema más flojo, quizás por una bateria con sonoridades un tanto ochenteras que no acaban de encajar con el sonido del resto del disco, «a menos que quieran hacer alguna limpieza de ésas que no siempre salen bien».
En resumidas cuentas, que la nueva zona de Nacho resulta más brillante que sucia, aunque en éstas 10 nuevas canciones haya dejado mucho rastro de goma.
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