Jon Urrutia, Gonzalo Tejada y Jo Krause en los cuartitos del Arriaga

Después de cientos de conciertos estoy empezando a cogerle el gustillo a los pequeños recitales, esos de los que no se espera nada y acaban siendo una sorpresa. Recuerdo un conciertillo de AA Tigre en el memorable Xurrut, a Astrud en el Cotton Club, cuando presentaban su primer disco y no eran tan conocidos o, nuevamente en el Cotton Club, un  íntimo e intimista conciertazo de Pajaro Sunrise. Conciertos cómodos, a menudo sentados, lejos de los empujones y humos de otros eventos.

Pues bien, después de años viendo anuncios de los Cuartitos del Arriaga, por fín me acerqué a uno de ellos, y es que el nombre de los que tocaban era más que atractivo, a saber; Jon Urrutia, pianista jovencísimo y virtuosísimo, Gonzalo Tejada, contrabajo y bajo eléctrico y Jo Krause, bateria. Y venían a presentar su proyecto de llevar a los clásicos al jazz y es que los arreglos jazzísticos que Jon Urrutia ha hecho de diversas composiciones de Chopin o Beethoven, entre otros, recuerdan gratamente a los mejores discos de Jacques Loussier (el máximo exponente en eso de llevar la música clásica al jazz, atención a sus discos sobre la obra de Bach, imprescindible).

El recital se celebró, como es costumbre, en el foyer (el vestíbulo del Arriaga, no en el escenario, ayer me enteré de lo que era un foyer) y unas filas de sillas fueron dispuestas frente a las escaleras principales. Un concierto en petit comité, una delicia. Además no solo tocaron arreglos de clásicos, sino que intercalaron temas propios, como ese Pasos enanos (supongo que una respuesta al Giant steps de Coltrane) o La caravana amarilla (en homenaje al Caravan de Duke Ellington, pero inspirado en el flamenco). Acabaron con un tema del pianista inglés Victor Feldman. Hora y cuarto más o menos de concierto que podríamos catalogar de casi perfecto. Sonrientes, a excepción de un concentrado Krause, los músicos resultaron cercanos, simpáticos, y no dejaba de sorprender los nervios del pianista cuando presentaba los temas, algo que hacía, aún, más entrañable y humano al músico.

Me ha gustado la experiencia de los cuartitos del Arriaga, y animo a la gente a que pruebe a ver un recital en el foyer. Además la decoración no puede ser más bonita.

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