Hace unos dÃas alguien de LFA, alguien que no quiso revelar su verdadera identidad, tuiteó que dado el estado del panorama musical actual, le estaba dando una oportunidad a Pereza, el grupo cuya cuña publicitaria en las radiofórmulas califica su nuevo trabajo como folkie.
El caso es que, sin entrar a valorar la elección de mi compañero por el dúo madrileño, en lo que sà coincido con él es en que últimamente la escena está muy sosita. Bueno, aún se pueden encontrar bocanadas de aire fresco, muy fresco, gracias a trabajos como el reciente EP de Delorean o, gracias a trabajos que, aunque no sean vanguardistas en el más estricto sentido de la palabra, me parecen espeluznantemente buenos, como el último de The Horrors.
Sea como fuere, creo que tanto mi compadre como yo lo que echamos en falta es esa ilusión por las vacas sagradas, son esos discos que nos hagan correr en busca del Mondo Sonoro para devorarlo por completo, anhelamos el tirarnos un sábado por la mañana en una tienda de discos o nos sorprende el hecho de que ahora elijamos los magazines radiofónicos de contenidos genéricos vespertinos para ir en el coche a los espacios especializados en música independiente.
¿Saben qué? Yo creo que es producto de la edad. Falta ese componente teen propio de otras etapas vitales para volver a repetir algunos de los comportamientos anteriormente citados. SÃ, son años que ya no volverán.
Bueno, en realidad, pueden volver si, de repente, alguien de nuestra quinta organiza una fiesta generacional y nos empiezan a pinchar hits de los 90, himnos del indie patrio de esa década, revisa algunos trallazos del brit-pop o, simplemente, se le ocurre hacer sonar esas grandes canciones atemporales de bandas como los Who, los Jam o los Clash y un largo etcétera.
A lo mejor es que, simplemente, ya no estamos en la onda y no sabemos reconocer las grandes nuevas hornadas de bandas que, a buen seguro, pueblan los estantes de los veinteañeros que, hoy dÃa, corren en busca del Mondo, botan en las primeras filas de los conciertos y se tiran las mañanas de los sábados en las tiendas de discos.
Envidia. Puede ser. Pero creo que, a estas alturas de la pelÃcula, me conformo con seguir escuchando y botando en el pisito que tengo con mi pareja con canciones como la que se muestra en el vÃdeo que encabeza esta entrada.
Perdonen este post.
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