La gran depresión (Compañía La Perla)

Cartel promocional de la obra de teatro La Gran Depresión.La pasada noche del 17 de febrero, el Teatro Campos Elíseos de Bilbao estuvo a reventar,expectante, ante el estreno de «La gran depresión» una de las pocas obras de teatro que se anuncian en los platós de televisión y es que sus actrices son de sobra conocidas tanto en cine como en la pequeña pantalla tonta. Y es que vende mucho poner sobre las tablas a Bibiana Fernandez y a Loles León hablando sobre el paso del tiempo,las crisis de la cincuentena. Dos actrices, mujeres Almódovar a la sazón, que representan el eterno femenino sofisticado, dos mujeres de hoy en día, a pesar de la edad. Y anunciado en carteles llamativos que parecen portadas de discos de Fangoria.

La puesta en escena también tiene ese punto de sofisticación, una casa moderna, muy cool, con un toque kistch (me sigue viniendo Almodóvar a la cabeza). Y salen las actrices. Dos amigas de los 80 (ay los 80….) que hace 8 años que no se ven y que el intento de suicidio de una vuelve a unirlas para darse cuenta que solo se tienen la una a la otra. Esa es la premisa argumental y casi único aliciente junto a las actuaciones notables de las dos actrices,sobretodo Loles cuando no juega a ser Lina Morgan. Y es que el guión es reiterativo y totalmente plano, una serie de reproches y de complejos tapados, como si de un sketch de escenas de matrimonio fuese estirado hasta la hora y media. No hay punto de inflexión, sorpresa, nudo ni por supuesto desenlace, y es que Dunia Ayaso y Félix Sabroso (Perdona bonita pero Lucas me quería a mí, Descongélate, Chuecatown, Mujeres…) escriben y dirigen una historia apoyándose en exceso en las dos protagonistas, olvidándose de lo importante que es que una historia tenga un desarrollo un poco más complejo.

Mucho grito histérico, alguna que otra canción fuera de lugar y mucho, mucho relleno, algo que en hora y media es delito, pero suplido por sus saladas actrices, en el rol del gordo y el flaco siglo XXI con una capacidad de improvisar (explicaron al acabar la obra que les habían robado el ordenador con lo que los efectos de sonido, canciones, disparos y demás había sido un desastre) ante la adversidad que muestra su profesionalidad.

Y la gente encantada riéndose (tal vez en exceso, ya que Loles León no podía decir «hola» sin que la gente estallase en carcajadas) y aplaudiendo, con o que supongo que estará siendo un éxito. Lástima que ese éxito tenga mucho que ver con la dichosa tele, más que por un interés real en el teatro que está perdiendo, en general, muchos espectadores.


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