Ya no se estilan los charlatanes de feria, esos que embaucaban con su verborrea, rápida y efectiva, para conseguir que algún incauto comprase un producto sospechoso, capaz de curar lo incurable. De hecho yo no los he conocido más que en las viejas cassettes de Gila dónde parodiaba a alguno de ellos. No se estilan de «esa manera», porque hoy en dÃa padecemos charlatanes de sobra. Algunos utilizan su verborrea, otros su fÃsico, incluso su árbol genealógico real para conseguir embaucar al más tonto. Pero de esos pobres perros callejeros, que arrastraban sus huesos de plaza en plaza, ni rastro oiga. Quizás porque ahora tenemos la televisión y ya no necesitan moverse tanto.
Para mÃ, hace años, el gran Wyoming dejó de tener gracia. AsÃ, sin más, como Angel Garó o Antonio Resines. Y es que mantener el tipo en un medio tan quemador como es la tele, debe ser muy difÃcil. Y eso que lo tiene todo; inteligente, rápido, mordaz, irónico, de izquierdas…. vamos un modelo a seguir. Pero una vez aterrizó El Terrat, ese modelo se saturó y las chaquetas con vaqueros tuvieron que pasarse a las camisas y tirantes, y ese humor con tintes polÃticos tuvo que encrudecerse y resultar más indignado.
Quizás por eso, el bueno de Wyoming decidió reinventarse a base de volver a sus inicios, esto es, cantar. Y claro no lo va a hacer siempre con el reverendo (los tramperos de Connecticut ya están muy vistos), asà que la reinvención se basó en algo muy poco arriesgado: reclutar a una banda más que notable de rockeros jovencitos para hacer versiones infalibles y hacer pequeños conciertos-lucimiento (supongo que los fines de semana, cuando todos tienen libre). Y es que las versiones son mucho más que conocidÃsimas: Lou Reed, Chuck Berry, Beatles, Zappa, Leño, Radio Futura, Ronaldos, Otis Redding, Johnny Winter…. y asà hasta el infinito y más allá. Y entre medias, largas disquisiciones más o menos graciosas del showman, con un humor de brocha mucho más gruesa que la que le dejan en la tele (chistes de pollas y de follar hubo unos cuantos) sin olvidar los inevitables comentarios de «columnista de Público«. Las canciones, buenÃsimas, claro, una verbena con canciones impecables, muy bien interpretadas, a pesar de que Wyoming no sea un consumado cantante no lo hace mal del todo, y un concierto-espectáculo de dos horas y cuarto que pasa rápido, lo cual tampoco es moco de pavo. Eso sÃ, la gente entregada y encantada. Para fans del presentador televisivo y para melómanos curiosos.
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