Y con ellos el sonido new-wave empezó a ser cool. O, al menos, con ellos, se empezó a entender que el indie era algo más que pedales y guitarras distorsionadas.
Con ellos, muchos empezamos a ampliar nuestro campo de visión musical. Ante ellos, desde el rockero más tradicionalista hasta el moderno más experto en los sonidos más vanguardistas, se rindieron (nos rendimos) a sus pies.
Con ellos, la palabra belleza adquirió un significado pleno. Con ellos, se podÃan empezar a imaginar nuevos universos, otras vidas cargadas de intensidad, de plenitud. Con ellos, miramos al Norte, al frÃo y, a la vez, al calor que combate dicho estado. Descubrimos Islandia y empezamos a comprar jerseis de lana con cenefas polares.
Ellos estrenaron un larga duración, ‘Ãgætis byrjun‘, con el inicio de la década y, desde aquel lejano 2000, se quedaron con nosotros para siempre, componiendo, disco tras disco, canción tras canción, parte de la Banda Sonora de nuestras vidas.
Sigur Ros ha sido uno de los mayores hallazgos, si no el mayor, que he tenido la oportunidad de encontrar en estos diez años. Y fue, precisamente, con este tema, ‘Svefn-g-englar‘, con el que les descubrÃ.
Luego vinieron otras grandes composiciones, vinieron sus actuaciones en directo y las ocasiones tan especiales en que algunos de sus temas me han acompañado. Pero tenÃa que elegir ésta y no otra por ser la culpable de adentrarme en algo muy diferente y muy bonito.
Por último, creo que es necesario hacer mención aparte a la belleza de los videoclips que han acompañado la mayor parte de las canciones de Sigur Ros. Éste que podéis ver más arriba o cualquier otro de los realizados por los islandeses son la muestra de que esta banda es especial.
Poco más que añadir, si acaso, el preguntarme cómo no me habÃa dado cuenta hasta hoy de que Sigur Ros han de formar parte de este listado de fin de década. Quizá, me respondo, porque serÃan más adecuadas en un listado titulado ‘Las Canciones de mi Vida‘.
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