La pasada semana, aún con las secuelas resacosas de la Semana Grande, Pedro Reyes se dejó ver por Bilbao con su monólogo «El universo es infinito pero un poco estrecho», en el estupendo ciclo La chocita del Loro del teatro Campos ElÃseos. En una pequeñita sala del teatro, en la sexta planta, que recuerda a los garitos de monólogos (mesitas redondas, barra de bar…) Pedro Reyes salió a expulsar (vomitar queda un poco feo) todo lo que tiene dentro. Que no es moco de pavo.
El que va a ver a Pedro Reyes sabe, espero, lo que va a ver, porque si no la experiencia puede ser inolvidable. Practica un humor muy extremo; o lo odias o lo amas. Grita, gesticula, canta, emite todo tipo de ruidos y llega a crispar. Vamos, que es genial. Capaz de meterse con todo el mundo, empezando por él, ser excesivo (a los tres minutos de empezar ya habÃa llamado hijos de puta a todos los del Gobierno), ser sarcástico (dejémonos de ironÃas finas), absurdo y hasta escatológico, y de pronto girar y ser una persona culta y muy inteligente.
Utiliza todas las herramientas para hacer reÃr. Y es que agota verle durante dos horas cantando, bailando, berreando. Pero lo que más agota es no parar de reÃr en esas dos horas. En directo es mucho más bestia que en la tele. Ahà no hay censuras y hay que tener una mente muy abierta para no sentirse en ocasiones ofendido (ya digo que se rÃe de todo absolutamente). Desde aquà reivindico a un humorista realmente rompedor, extremo, surrealista, de esos que te hacen reÃr y pensar sà haces mal en reÃrte de la brutalidad que te acaba de contar. Un explorador de las entrañas de lo gracioso. Vuelve cuando quieras Pedro Reyes.
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