La noche del pasado sábado 18 de febrero, sábado de carnaval, ofrecÃa dos interesantes citas para los amantes del pop-rock en Bilbao; por un lado los madrileños The Right Ons se subÃan a las tablas del Kafe Antzoki para presentar su último trabajo, «Get Out«, y, por otro lado, muy cerca de dicho local, el cantautor estadounidense, aunque afincado en Valencia, Josh Rouse, actuaba en el Azkena acompañado de los Long Vacations para presentar también su último disco, titulado «Josh Rouse & The Long Vacations«.
A pesar de que el directo de los Right Ons es una garantÃa de calidad a dÃa de hoy, a este que escribe le apetecÃa más la propuesta sosegada y la tranquilidad que el bueno de Rouse acercarÃa hasta la villa y, a expensas de cuán largos me ponga los dientes el compañero y amigo Krapolis (quien sà asistió al bolo de los madrileños), creo que acerté en la elección.
AsÃ, en un Azkena que presentaba una entrada mucho más digna de lo que yo creÃa, con una media de edad bastante alta, todo hay que decirlo, la austeridad del escenario ya era una auténtica declaración de intenciones; tras una espera de unos 35 minutos sobre la hora prevista, Josh Rouse, ataviado con su sempiterno sombrero y acompañado de los jóvenes Long Vacations (bajo, baterÃa y guitarra a la vez), se presenta tÃmidamente, como queriendo pedir disculpas por la espera. Y, a partir de ahÃ, comienza a trabajar, a presentar sus obras de orfebrerÃa, de forma fina, delicada, susurrante.
Y asÃ, con esa actitud sencilla, con pequeños agradecimientos sin apenas levantar la vista de su guitarra eléctrica, con leves atrevimientos que parecÃan irónicos («Vaya fiesta hoy en Bilbao, ¿no?») y con esa sensación de estar en casa (el bueno de Rouse apoyándose un rato sobre la pared o sentándose en los escalones que dan acceso al escenario del Azkena sin ningún tipo de carga diva, no nos confundamos), con ese deje de que no pasa nada pero pasa mucho, Josh Rouse y cÃa. se tiraron una hora larga.
Claro, dicho asÃ, podéis pensar que os estoy tomando el pelo y que, en realidad, este bolo fue un auténtico tostón, ¿no? Pues no. A Josh Rouse y sus acompañantes no les hacen falta los fuegos de artificio que acompañan a otros artistas; a estos tres les basta y les sobra con las canciones de la discografÃa del yankee-valenciano para emocionar y para poner una sonrisa a todos los asistentes. Y nada más. Canciones que nos ofrecen un pop de muchos kilates, temas que, de repente, te trasladan a playas tropicales o a un garito en Ipanema en el que suena una dulce bossa; canciones de carácter más intimista para las que te pedirÃas un chocolate caliente antes que una caña más; sencillas piezas que omnubilan e hipnotizan, canciones por las que se pide respeto y silencio, peticiones que el público admite sin rechistar, aunque, a veces, queramos acompañar a este Dartagnan y sus mosqueteros con palmas o coros. Temas que dejan entrever una querencia funkie sin estridencias…
Canciones, canciones, canciones, en definitiva. Sin más. Maravillosas eso sÃ. Como ‘Lemon tree‘ de «El Turista»; una celebradÃsima ‘It’s the night time‘ de su magnÃfico «Nashville» o ‘Saturday‘, también de ese disco; o qué decir de ‘Quiet town‘ o de ‘1972‘, preciosa gema que abre el disco del mismo nombre, el del año en que Josh Rouse nació; y sÃ, venga, reconozcamos que tuvimos la oportunidad de soltarnos todos un poco el pelo cuando se marcaron un cover del «Boys don’t cry‘ de los Cure, versión que, por cierto, le da sopas con onda a la original de Smith y cÃa. (sÃ, asà de cienfebrecido salà del Azkena) Y bueno, ya para acabar, qué mejor forma de hacerlo que con la que posiblemente sea mi tema favorito de este crack: en el bis cayó la gloriosa ‘Love Vibration‘. Vamos, que casi acabo llorando…
Y asÃ, como decÃa antes, sólo a través de canciones, canciones y canciones, disfruté, como hacÃa mucho que no hacÃa, de un señor concierto de poco más de una hora en el que la sencillez, la humildad, la cercanÃa y, sobre todo, la calidad de la propuesta fueron las auténticas protagonistas de la noche. Salà del Azkena mucho más feliz de lo que habÃa entrado y pensé como algo tan sencillo habÃa logrado conseguir algo tan grande… Cómo se puede conseguir tanto con tan poco. Una buena pregunta que estarÃa bien que todos nos hiciéramos y, sobre todo, tratásemos de llevarla a la práctica. Gracias, con todo, a Josh Rouse y a los Long Vacations.
PD: dado que paladeé tanto y tan bien este bolo, no me acordé de sacar unas fotos para ilustrar esta crónica. Es por ello que tomo prestada la imagen que encabeza este post del blog Mon Oncle, que también realizó una entrada contando el recital de Rouse y compañÃa un dÃa antes en Donosti.
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