Verónica Ferreiro en la sala bbk

Portada del Laio de Verónica FerreiroEl pasado martes 28, dentro de la serie Masters at Work, Veronica Ferreiro presentó «Laio«, su debut como solista. La gallega que, tras varias colaboraciones dentro del jazz pudo en 2011 grabar dicho trabajo, se mostró eternamente agradecida y emocionada, y es que presentar en directo un trabajo como el suyo, con la que está cayendo no es moco de pavo. Pero vamos por partes.

Los primeros en salir a escena fueron Sergio Fernández (bajo y contrabajo), Rubén García (piano y rhodes), Chuchi Crespo (batería) y Diego Lipnizky (guitarra) que sin ejercer de estrellas (es lo bueno que tienen los músicos de jazz, que normalmente son bastante normalitos) empezaron a facturar un jazz ambiental, acogedor pero no exento de experimentación. Un prólogo extendido hasta que apareció Veronica, como si de un hada de cuento se tratase, con una especie de capa, que daba la impresión de ser un poco incómoda. Y nos empezó a acariciar a todos con su voz.

Porque se trata de una de las voces más impresionantes que he podido escuchar en directo, que en ocasiones recuerda a la de Sole Giménez, (sé que habrá quién se me eche encima pero pienso que si Presuntos implicados no hubiese edulcorado tanto sus composiciones podía haber sido una de las mejores bandas de soul nacional, pero a veces somos muy puñeteros en ésto del pop «comercial»).

El repertorio se basó en su disco, donde hay temas cantados en gallego, inglés y castellano, aunque en muchas ocasiones se mezclan y no sabes muy bien en qué idioma están siendo interpretadas. La experimentación de sonidos (tanto de los instrumentos como de la voz de Veronica) no parece tener fín pero, al igual que en el disco, el resultado es irregular. Momentos sublimes se dan la mano con momentos anodinos, y hubo en un par de temas en que tanto «ambiente» llegó a aburrir. Y es que sorprende y no se espera que el directo pueda ser tan críptico en ocasiones, también sorprende que bajo el proyecto llamado Veronica Ferreiro, sea precisamente la cantante una de las que menos protagonismo llegue a tener, y es que los temas se alargaban (una media de 6-7 minutos cuando no más) en progresos musicales donde la solista se apartaba para disfrutar de la música de sus compañeros.

A pesar de todo, el concierto fue en su mayoría disfrutable y los pasajes en los que conseguías entrar se convertían en un viaje gozoso. Una hora y tres cuartos más o menos de concierto donde también hubo espacio para una versión (con letra incluída) del clásico Amandla. Un grupo al que seguir, pero con la distancia adecuada. Eso sí, es loable que haya gente presentando trabajos complejos, personales, arriesgados (nos contó que el disco está autoproducido) y lo presente con una emoción que últimamente en la industria no se ve mucho. Yo, a la salida, me hice con el disco y lo escucharé cada cierto tiempo para que me sirva de ejemplo en ésto de la honestidad. Y por supuesto, si vuelven por aquí me acercaré de nuevo.

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