Ver un concierto de Los Coronas o de Arizona Baby, cada uno por su lado, es ver un buen espectáculo con muy buena música y unas dosis de humor que siempre se agradece. A los primeros les và por primera vez teloneando, aunque son muy grandes para telonear a nadie, a Big Sandy and the Straitjackets, y demostraron que ese guitarreo vertiginoso, surfero pero con dosis de un poco de todo, era el santo y seña de un grupo que iba a crecer mucho más. La primera vez que vi a Arizona baby fue en el festival Actual de Logroño teloneando, aunque son muy grandes para telonear a nadie, a Eli «Paperboy» Reed, y demostraron que ese country, con dosis de americana y un poco de todo era la carta de presentación de un grupo que, a la fuerza, tenÃan que crecer mucho más. Y pasaron los meses.
Y de pronto se hizo el milagro. En alguna carretera secundaria las furgonetas de unos y de otros se debieron averiar a la vez, una frente a otra. El destino estaba escrito y se iba a hacer carne en pocos meses. Carne que se cosificó en una gira conjunta, donde cada uno tocaba su repertorio por separado, colaborando en momentos puntuales. Dos  bandas y un destino se llamó aquel milagro, aunque todavÃa quedaba un pasito más, algún que otro mes más para que se obrase el milagro. Seguramente en un camerino, con botellas de bourbon o ron la idea surgió y de pronto las dos bandas unieron su destino, su cuerpo y su nombre y de Los Coronas y de Arizona Baby nació un hijo bastardo, rockero y vagabundo llamado Corizonas, un milagro que bebe de la mejor música americana (country, folk, rock, psicodelia….) y éste a su vez parió un espléndido «The news today» un canto de amor a la música.
Pero verles en directo es todavÃa dar un paso más allá hacia el milagro, porque desde que empieza hasta que acaba (y hablamos de dos horas casi sin interrupción) el espectáculo te mantiene con la sonrisa del melómano cuando ha encontrado su Eldorado sonoro. Una obertura easy listening que podrÃa haber firmado Mancini o Bacharach, antes de que aparezcan los 8 integrantes (en Bilbao fueron 7) te hacen temer lo mejor. Y empieza la otra obertura, la que toca la propia banda, psicodélica (adoro los theremines) ruidosa, excesiva, para ir entrando en calor. 7 virtuosos acompañados por un pantallón por el que desfilaba una cascada inagotable de imágenes moldeadas en directo por otro virtuoso visualista (mamá ya sé qué quiero ser de mayor). Y mientras la banda tocaba sus temas propios y reinventaba alguna que otra versión: Pink Floyd, Black Sabbath, la Creedence, The Seeds (gracias Lucce)… en pantalla habÃa imágenes de archivo de informativos, asà como pelis de Roger Corman (The trip), Jodorowsky (El topo), Jan Svankmaier (Alice)…. Y nosotros derretidos ante tanta información enriquecedora.
Los que no hayan tenido la oportunidad de ver a ésta superbanda que revisen la gira de éstos, y los que ya les hemos visto estamos deseando que vuelvan. Conciertazo para empezar un mes frio, gris, pero con un poco más de esperanza.
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