Luis Eduardo Aute en el Teatro Campos Eliseos

Luis Eduardo Aute

El pasado lunes mi admirado Aute volvía a la capital para presentar su último disco «Intemperie», al que otorgué el puesto más alto de discos de 2010. Era la novena vez que le iba a ver, lo sé, una exageración, pero casi podría decir que las 9 veces tuvieron tintes distintos. Recuerdo la primera vez, en el Teatro Arriaga, en 1996, como regalo de cumpleaños (18) vino el filipino a presentar su disco «Alevosía«. Yo me estrené en la mayoría de edad con un concierto que se me quedó para siempre en la memoria. La segunda vez fue en Santander en una gira conjunta con Silvio, rememorando el exitazo de aquel mítico «Mano a mano», primero que ví con mi primo, otro autista como yo. La tercera y cuarta vez fueron en Bilbao, una en Doña Casilda (Aste Nagusia) de cuando le hicieron aquel horrible tributo «Mira que eres canalla Aute» y en el Teatro Arriaga, de nuevo, presentando «Alas y balas«. Pasó un tiempo y nuestra siguiente cita fue en la sala Tantín en Santander, donde además de presentar ese «Auterretratos» había una exposición de sus cuadros. Otra cita ineludible, claro. Luego vino a fiestas de Santurtzi, donde demostró que, a pesar de estar junto a las txoznas, Aute es mucho Aute y puede con todo. Y de nuevo en el Arriaga en el que para mí ha sido su peor concierto, hasta el punto, dramático, de tener que abandonar la sala. Fueron varios los factores; presentaba el que es para mí su peor disco «A día de hoy«, gira en la que empezó a prescindir de la batería en favor de una horrible pregrabación enlatada (no, Aute, no, no me jodas), y decisiva fue una serie de comentarios (Aute habla mucho en sus conciertos, y ya se sabe que quién mucho habla…) desafortunados que me obligaron a hacer algo impensable; levantarme e irme sin haber acabado el concierto. Pero vino «Intemperie» y nueva gira. Nuevo mensaje al móvil de mi primo: «Toca Aute en Logroño«. Y allí fui. Conciertazo, ya que cambió el 90% de su repertorio tocando casi íntegro su último disco, retirando canciones más que escuchadas. Hasta aquí van 8 veces.

Y la novena fue de nuevo en Bilbao, acompañado por mi mujer, y a pocos meses de ver el de Logroño. «Te lo vas a saber de memoria«. Y efectivamente, presentaciones, ordenes de canciones, tics, chistecillos… Como característica esencial diré que nunca he visto un concierto de Aute que dure menos de 2 horas y media, algo que le pone por encima de la media en cuanto al directo. A pesar de esa aureola de poeta tristón y amargado demuestra ser un cachondo, obsesionado por el sexo y la muerte, muy romántico y, cada vez, más mayor. Ya casi nada queda de aquel guaperas que las volvía locas con esa melenita y esa barbita.

Tocó practicamente todo su nuevo disco, con algunas del anterior, el mencionado «A día de hoy», salpicando algún que otro hit, para acabar solo con guitarra en ristre con esa retaíla brutal: Dentro, De alguna manera, Las cuatro y diez, La belleza y Al alba. Pero como en todo, hay que ser justo y hay dos errores, para mí importantes: prescindir del bateria (no olvidemos que uno de sus habituales baterias era el jazzístico Tino Di Geraldo) para dejarnos un sonido sintético, y el otro es acabar con Al alba a capella, lo siento pero necesito al menos una guitarra.

Pero no voy, ni puedo ser objetivo, ya que Aute me acompaña desde hace casi 20 años y quienes me conocen saben lo que significa para mí el «animal de Manila» como se definió en un libro en uno de sus comunes juegos de palabras. Aute ha sido, es y será lo que busco en un escritor (ocurrente, divertido, profundo), en un cantante (sentido, dulce, cómplice) en un pintor (surrealista, carnal, diferente). Aunque discrepe hasta la muerte con él su pasión por los toros.


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