Otra dimensión (Grace Morales, 2011)

Portada del libro Otra DimensiónLa segunda referencia de la editorial LIBROS MONDO BRUTTO es a su vez la segunda novela de Grace Morales, después de Jabón de azufre que aún no he leído. Los que conozcan el fanzine madrileño sabrán de las buenas artes de la autora que hoy nos ocupa, su amplia erudición en esas pequeñas cosas que otros desdeñan por absurdas, raras o anacrónicas, y es que Mondo Brutto es la Biblia, la puerta a esos otros mundos (y dimensiones) que no es que sean posibles, sino que son reales, tangibles y, la mayoría de las veces, oculto a los ojos. Puertas que abren puertas que a su vez descorren cerrojos que nos muestran mirillas por las que ver pasadizos que llevan a otras puertas que nos esperan abiertas para ver otras mirillas. Y es que en eso de agacharse para ver, a hurtadillas, sabe mucho Grace Morales.

Su novela Otra dimensión, cuya presentación parece querer emular una vieja publicación pulp, podría haberse centrado en algún personaje raro, paracientífico, un charlatán de tarot en mano, un falso vidente de los de plaza de pueblo y fiestas patronales, incluso podría haber sido un remedo, un remake u homenaje a las weird tales tan molonas y vintage (benditas palabrejas de moda). Pero no. Su novela empieza con algo tan manido y corriente como el 11-S, retransmitido en las televisiones de todo el mundo y comentado en un bar (los horrorizados, los que lo celebran, a los que les resbala, los conspiranoicos…), y poco a poco se nos va presentando un microcosmos de personas que trabajan en una aseguradora (de nuevo los tópicos, el graciosillo, el friki informático, las chicas que le ignoran…). Así que la primera transgresión de la señora Morales es contra sus propios “fans” (entre los que me incluyo) comenzando una novela de la manera más “normal” posible.

¿Dónde está la erudición en temas raros, la música de los años 20 o 30, los programas bizarros de televisión…? Y entonces te das cuenta de tu error. Esta es la novela de Grace Morales, no el número 43 del fanzine, con lo que lo mejor es seguir leyendo y descubriendo. A las pocas páginas, 20 o 30, el libro se convierte en un retrovisor que nos lleva a 2001, nos presenta, magistralmente, a una serie de personas reconocibles por todos nosotros, yo al menos creo reconocer a casi todos los personajes principales en mi dimensión y la capacidad de la autora para recordarnos cosas más lejanas de lo que pensamos (11 años ya) es soberbia. (En 2001 yo trabajaba de informático y todo lo del 11-S lo viví como se cuenta en el libro, los comentarios en la cafetería del Parque Tecnológico, los mails, los chistecillos en word utilizando la fuente windings para ver calaveras, aviones y estrellas judías…).

Y ya estás enganchado al libro, pasan las páginas y el retrato realista de las conversaciones, los vicios y virtudes de una personas normales se suceden, y descubres que el camino tomado para la novela es el idóneo, y su autora se nos descubre como una Douglas Coupland madrileña con mala baba y mucha memoria (la tele de entonces, los programas informáticos, videojuegos, el paso de la peseta al euro, los primeros comentarios sobre el mp3, los programas para bajar pelis y música, los chats para ligar…).

La novela tiene esa retranca que tanto adoro, ese humor triste que tan bien se le da a Wes Anderson, a mi querido Azcona, incluso a Santiago Lorenzo (cuya primera novela Los millones es la primera referencia de LIBROS MONDO BRUTTO) entre otros. Sonríes por no llorar, para poner distancia a una suciedad real que nos mancha a todos. Aunque no tenga mucho que ver, la novela me recordó a Libertad de Jonathan Franzen, por esa disección de la vida privada, por saltar de un personaje a otro y mostrarnos la pornografía vital de cada uno. El refugio que suponía, por ejemplo, la superación personal, la música o las drogas en la novela de Franzen es aquí internet, esa otra dimensión en que cada uno puede moldear su “otro yo”, más apetecible a “otros yos” a su vez hechos a medida del consumidor. Pronto esa búsqueda de una perfección virtual llevará a otros usos, a otras costumbres, por una búsqueda desesperada de sazonar una vida gris, y la espiral de sexo y degradación está servida.

Curiosamente la segunda parte de la novela empieza con otro hito en forma de terror, el 11-M, y de nuevo las reacciones que todos vivimos. Pero en estos casos, mencionar los dos atentados más televisados y traumáticos no sirve sino para enmarcar la acción, ya que no hay ni medio gramo de moral ni de nihilismo por parte de Grace Morales, al menos yo no se lo he encontrado.

No voy a hablar más del libro porque sería destripar una de las novelas más interesantes y mejor escritas que he leído en lo que va de año. Solo comentar que, cuando la acabé (tres días después de empezarla) escribí en mi muro de facebook “@Grace Morales ha escrito la novela que he querido escribir en varias ocasiones. Otra dimension es una maravilla”. Pues eso. Y en breve nuevo número del fanzine.

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