La cuarta novela de Jonathan Franzen se editó en nuestro paÃs en octubre del año pasado con el poso, y slogan, de ser la primera gran novela americana de éste siglo. Yo suelo ser bastante escéptico ante éstas muestras de vehemencia (constantemente estamos ante obras maestras cinematográficas, discos musicales que van a cambiar el rumbo o libros que son pilares fundamentales de las letras de nuestro tiempo), pero en el caso del bueno de Franzen, estaba a la espectativa, desde que hace años conocà esa otra gran novela americana que fue Las correcciones (2001).
En aquella novela eran los Lambert, aquà los Berglund. Un punto de partida común, la pormenorizada vida privada de una familia de fachada impecable y grietas internas. Patty, la perfecta ama de casa, esposa ideal, madre y vecina, nos es presentada como una persona que se ve incapaz de criticar a nadie, a pesar de estar volcada con su hijo Joey, un chico introvertido, frÃo, que descubre precozmente el sexo con una vecina, poco antes de irse a vivir a su casa. Walter, el padre, marido y vecino ideal, de grandes convicciones, ecologista, un hombre bueno. Pero la prosa incisiva y brillante de Franzen, que es capaz de hacernos recorrer años y años en apenas unas lÃneas, nos tira por tierra cualquier atisbo de felicidad, de perfección y nos muestra el declive desesperanzado de ese micromundo (pero ya sabemos que no es la familia Berglund de lo que nos está hablando realmente) en una primera y vibrante parte del libro, unas 40 páginas más o menos. Y el volumen supera las 600.
A continuación el libro toma otro derrotero que, si bien es complementario, rompe formalmente con dicho prólogo, y es que se nos muestra una especie de autobiografÃa en tercera persona de Patty Berglund (escrita por recomendación de su psicoterapeuta). Una autobiografÃa que ocupa casi la mitad del libro, donde se hace una radiografÃa a la vida, para nada perfecta de una aspirante a la perfección. A lo largo del libro van tomando protagonismo Richard Katz (antiguo conocido del matrimonio que guarda un secreto con Patty), el hijo Joey o Walter, en lo que van siendo partes más o menos extensas sin un orden aparente (en ocasiones no se sabe si es la actualidad, un largo flashback o todo mezclado).
En definitiva, el último trabajo de Jonathan Franzen en un mosaico, un muestrario de vidas privadas, de gritos y susurros, de miedos, de dÃas contados casi al segundo. Una obra magna que, al margen de que pueda ser la primera gran novela americana del siglo, algo que ignoro, es una buena muestra de lo que la nueva narrativa deberÃa ser, al menos lo que a mà me gustarÃa que fuese. Revisaré los primeros libros del autor y esperaré sus nuevos lanzamientos. Novelón.
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