Supongo que a más de uno sorprenderá ver el nombre de Paloma San Basilio por estos lares, otros, en cambio, entenderán por qué ésta ilustre, veterana y elegante cantante de voz sedosa y sedante, irrumpe en un lugar de querencia independiente. Y no, no es porque apareciese hace unas semanas en el (estupendo) programa de Maria Teresa Campos, si no por el disco que ha sacado, Amolap (Paloma al revés), producido por su hija Shalee. Sé que todavÃa habrá quien siga sin entender por qué un disco de la San basilio es noticia en la furgoneta. Bueno voy a ello.
Quién conozca la obra de ésta madrileña de 61 años (entre los que no me encuentro) sabrán que tiene varios hitos en su carrera: como presentadora televisiva, el musical Evita, un triste paso por Eurovisión con La fiesta terminó, incluso como actriz. Pues añadirÃa como hito, o como punto de inflexión éste disco teñido de sonidos electrónicos. Y es que no se trata de un tinte aislado para un hit, hablamos de un disco Ãntegramente electrónico, incluso discotequero. Obviamente no nos imaginamos a Paloma San Basilio actuando en afters, rodeada de go gos anabolizados y con público levantando sus botellines de agua. La inmersión no ha mermado la elegancia de una señora a la que, si bien, nunca he seguido y no factura el tipo de música que más me gusta, tengo cierto respeto, incluso simpatÃa.
El disco es arriesgado, sin duda, no me imagino a sus fans de toda la vida entrando en semejante sonoridad, y veo muchas reticencias entre la gente joven, a pesar de la propuesta, pero no obstante, el resultado no es malo. No solo no cae en el ridÃculo (riesgo alto), si no que las canciones, ya sean las nuevas como las versiones, encuentran su sitio, a pesar de love makes my world go round que me parece lo peor del disco y, quizás más extrema, y algún que otro momento que queda deslucido (esas ecualizaciones vocales a lo Cher son detestables). Han usado a modo de single-trampa la más normal yo quiero volar, la más san basilio del disco.
Pero no deja de parecerme encantador que ésta mujer que gusta a mis tios y que he oÃdo desde que era niño, haya dado éste salto cuantitativo y cualitativo y deje un poco de lado esa canción melódica para adentrarse en nuevas huertas, no tan labradas por gente de su generación. No es un discazo, pero se deja escuchar sin llevarse las manos a la cabeza, algo que en discos experimento no es nada fácil.
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