Summercase según La Furgoneta Azul (I): No more guitars!!

El pasado fin de semana tuvo lugar simultáneamente en Barcelona y en la localidad madrileña de Boadilla del Monte, la primera edición del festival Summercase. Si yo a ustedes les digo esto, así, de primeras, estaré fallando a uno de los principios primordiales de los géneros informativos, el de la actualidad.

Sin embargo, si anticipo que una nutrida representación de La Furgoneta Azul estuvo allí, la noticia comienza a adquirir una mayor relevancia, dados los magníficos reportajes que hemos tenido el placer de presentarles en anteriores desplazamientos festivaleros.

Pues sí amiguitos, allí estuvimos y ahora nos encontramos aquí tratando de trasladarles las particulares instantáneas que el ecléctico grupo furgonetil obtuvo de la visita a, en este caso, Boadilla of Muntain. Pues eso, abróchense los cinturones (que si no nos quitan mazo puntos) que nos vamos, retrospectivamente hablando, de viaje al Summercase 2006.

Estress o Stress (no sé cómo se escribe): quizá sea esta una de las mejores palabras que define el Summercase. Claro, es lo que tiene. Me explico: a medida que los responsables del evento iban ofreciendo nombres todos nos íbamos sorprendiendo gratamente: ¡qué cartelazo! En contraposición, a medida que los responsables de la organización iban ofreciendo los horarios de actuaciones, teníamos que sacar las calculadoras para determinar cuánto tiempo nos íbamos a perder de ‘x’ artista y, como en algún caso, tener que quedarnos con la miel en los labios al solaparse dos actuaciones más que interesantes (Happy Mondays, por Dios!!).

Segundo vocablo descriptivo: mosqueo. Por la organización, sobre todo en cuanto a transporte. Entiendo que es difícil, que ha ido mucha gente y que no se puede llegar a todos los puntos de Madrid, pero, por favor, si facilitan un supuesto número de teléfono de taxi que luego no sea el del domicilio de un pobre particular.

Conciertos: bien, gracias. Supongo que es lo que más le puede interesar a un lector medio de un webzine especializado en música. Supongo que no les interesará saber los hachazos en cuanto a precios de bebida y comida, las condiciones climatológicas, el estado del piso del recinto, los escarceos amorosos furgoneteros o los flirteos tóxicos. Bueno, de acuerdo, pues no insistiré y pasaremos directamente a la crónica de directos:

La jornada comienza para nosotros con el ruidista bolo de los estadounidenses DANDY WARHOLS, directo que, por otra parte, pronto se ve interrumpido para desplazarnos al escenario de al lado con el fin de disfrutar de los DIVINE COMEDY. De los dos o tres temas que apreciamos, destacar la intensidad de las guitarras y la actitud rockera que los firmantes de aquel hit “Bohemian like you” mostraban sobre las tablas.

Pero lo dicho, dejamos de lado el rock y nos pasamos a la versión crooner que Hannon y cía. ofrecían en la Terminal O. A pesar de que el directo de los DIVINE COMEDY fue demasiado pronto (20:30) y que actuó con una formación poco camarística, los británicos ofrecieron un buen espectáculo, repasando sus mejores hits, releyendo anteriores trabajos (‘Absent Friends’, ‘Fin de siecle’) y presentando varios temas de su último disco. El carismático líder de la banda, Neil Hannon, se mostró majísimo, simpático y muy interactivo con un entregado público y, a pesar del traje de terciopelo que portaba en una calurosa tarde de verano madrileño, Hannon ofreció una teatralidad marca de la casa que imprimió fuerza a su concierto. Buen comienzo de Summercase.

La fiesta acababa de empezar y, mientras este escribano aguardaba pacientemente la hora NEW ORDER, nos acercamos a ver un poco el espectáculo de RUFUS WAINWRIGHT. Desgraciadamente el divo americano fue instalado en un escenario menor, en una carpa que estaba a reventar, hecho que, sumado al calor reinante, llevó a tomar unas copas y seguir aguardando a los mancunianos. La actuación de Mr.Wainwright fue en formato acústico y, a sabiendas de que quizá fue un conciertazo, en mi opinión, el hecho de que no le acompañara una gran orquesta hizo que ello también le restara atractivo.

Mientras, casi a la misma hora, unos dinosaurios de la escena, unos mitos de los 90 se subían a las tablas para firmar una fiesta: los lunes felices, los HAPPY MONDAYS llegaban a Madrid cuando uno aquí pensaba que estaban desaparecidos del mapa. Pero no sólo están vivitos y coleando si no que demostraron que la capacidad que tienen para mover al respetable continua intacta. Por lo menos eso es lo que quedó patente en los apenas tres temas que pudimos disfrutar antes de desplazarnos para ver a los que fueran sus compañeros de sello, NEW ORDER. Al menos, disfrutamos de un clásico como su “Kinky afro” y nos preguntamos si no nos arrepentiríamos por no acabar de ver su directo.

Y bueno, no. No nos arrepentimos. Pero por una cuestión meramente fan más que por calidad, diversión o entretenimiento. Entiéndame: este concierto fue la puntilla para que acudiera a este festival. NEW ORDER son una de mis bandas favoritas. Nunca les había visto en directo. Era, digamos, una necesidad. La cosa comenzó bien: una intro sacada de la banda sonora de “El bueno, el feo y el malo” y una atronadora “Crystal” como primer golpe. De ahí, paso a una primera parte centrada en los temas más guitarreros, psicodélicos e introspectivos de los mancunianos que no cumplía las expectativas fiesteras que uno traía al ver la que se estaba montando con los HAPPY MONDAYS. Pero llegó el punto de inflexión que Peter Hook tituló con un clarificador ‘no more guitars’ y entonces las guitarras dejaron paso a los sintetizadores, a los teclados, a un atronador bajo marca NEW ORDER y eso: a la fiesta, al hedonismo, al baile. Apenas cuatro canciones (entre las que destacaron el mítico “Blue Monday” o “Love bizarre triangle”) bastaron para que el sabor de boca cambiara para bien y para que el recuerdo de mi primer concierto de NEW ORDER no fuese grisáceo. Aunque, ya en frío, sigo pensando en lo que hubiera deparado mantenernos viendo a los HAPPY MONDAYS.

Poco antes del fin del concierto de NEW ORDER el escenario más cercano acogía a una banda cuyo directo siempre es garante de calidad y contundencia: PRIMAL SCREAM se presentaban en el Summercase con esa vuelta a las raíces que conforman su reciente “Riot city blues”. Bobby Gillespie y Mani desenfundaban todo su arsenal sónico para acometer un rock’n’roll clásico de querencia sureña. Uno, con el cuerpo movilizado todavía por los trallazos bailables del directo anterior, prefería fiesta frente a ese tipo de sonidos por lo que, tras degustar “Kill all the hippies”, abandonó el concierto de los PRIMAL SCREAM para tomar un refrigerio y afrontar una todavía larga noche.

De esta forma, con el lema “no more guitars” todavía en la cabeza, acudimos poco después precisamente a un directo en el que faltaban justo eso: guitarras. Hablamos, como habrán reconocido, de KEANE. Los británicos, rara avis en un cartel de glorias indies, presentaban su cancionero tendente al mainstream ante un público que, pese al dogmatismo que se pudiera anticipar, se presentó grande e implicado. KEANE ofrecieron una colección de singles de sus dos discos con grandes momentos de intensidad y amplias peroratas pelotilleras por parte de su líder hacia Madrid, la organización y su público. Bien, con todo, aceptable, aunque supongo que más entretenido en un gran estadio en el que ellos sean los grandes protagonistas.

A estas alturas, los furgoneteros comenzamos a notar el cansancio de las horas acumuladas, el calor reinante hace mella y el resto de bandas, por muy interesantes que pudieran ser (me hubiera gustado ver a los Razorlight), no vencen a Morfeo. La carpa de los Chemical a reventar hacen que el lema de la noche, ese ‘no more guitars’, se reserve hasta la próxima jornada que, por supuesto, pronto podrán disfrutar de su relato en la Blue Van. Un saludo. Nos vamos a dormir.

PD: cuando decidimos marcharnos al hotel serían aproximadamente las 2 o 2 y media de la madrugada. La hora de llegada a nuestro emplazamiento rozó las 6 de la mañana y no, no nos fuimos de marcha. Este fue el tiempo que tardamos en encontrar un taxi o un medio de transporte. ¡Qué infierno!